Cuando el Cristo decendió a los infiernos, los justos de la antigua ley, Abel, Enoch, Noé, desconfiaron de su enseñanza y no respondieron a su llamada. Ceyeron que era un emisario den tentador, cuyas trampas temían. Solo Caín y los de su especie se adhirieron a su doctrina o fingieron hacerlo, sólo ellos le siguieron y abandonaron con él los infiernos.
"La felicidad del malvado", esa vieja objeción contra la idea de un creador misericordioso o al menos honorable, ?quién la ha consolodado mejor que aquel heresiarca? ?Quién además de él ha percibido con semejante agudeza lo que tiene de invencible?
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Paleontólogo circunstancial, pasé varios meses dándole vueltas en la cabeza al tema del esqueleto. Resultado: apenas unas páginas... El tema, es cierto, no incitaba a la proligidad.
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